En general el asunto se da como sobreentendido: uno se sienta en la computadora y dice "voy a hacer una de terror" (o "de amor", o "para chicos", o lo que sea). Es que, la historia que se nos presenta en la cabeza ya tiene un género que la enmarca, y la mayoría de las veces vamos a él como quien va a los choris antes del asado.
Acá (me refiero a todo lo que está pasando en los capítulos anteriores de ésta "Bitácora de Realización"), se había dado todo al revés de como se venía dando en mis libros anteriores.
O sea; si en general yo tenía una historia que le mostraba a un dibujante que le gustaba y la dibujaba y le mostrabamos a un editor que le gustaba y la editaba, acá tenía un editor que quería publicar un libro con un dibujante maravilloso y una historia mía que nadie conocía —ni yo—.
Sé que suena rebuscado pero, resumiendo, lo que sucedió es que todo estaba sucediendo de una manera especial.
El género que englobe mi historia de sirenas (ver capítulo anterior en este blog) tenía que ser también especial.
Les voy a contar qué fue lo que pasó por mi cabeza a la hora de elegir el tono de la historia:
Venía —con Javier de Isusi— de escribir un guión bastante intelectual y "adulto" llamado Historias del Olvido. Por otro lado, junto a Omar Hechtenkopf veníamos publicando en Francia los primeros libros de King Cop (una "policial/de superhéroes"). Y, claro, seguía escribiendo cada vez que podía libros para chicos.
Entonces, de elegir, no elegiría ninguno de esos géneros.
Ahí me pregunté: ¿qué géneros me encantan y conozco sus secretos?
La respuesta fue "el terror", "la comedia", "la aventura" y algún otro.
A esos también los descarté. No quería hacer algo que pudiera hacer en otro momento. Se trataba de una oportunidad única que merecía un libro único.
En ese descarte, seguí hilando fino hasta que me hice la pregunta final: "¿de qué género nunca voy a escribir una historia?".
Western.
Por miles de motivos (porque no soy adepto, porque no están de moda, porque nadie publicaría un western...) jamás me sentaría a escribir una "de vaqueros". Como si fuese magia, tuve las cosas clarísimas. Todo. Lo que antes eran situaciones sueltas ahora estaban juntitas en un contexto de pistolas y tipos rudos.
Abrí un word y comencé a escribir.
A Corina la tenía desde el Amazonas (recuerden que el delfín que se convertía en mujer se llama tonina... no tuve que romperme demasiado la cabeza para buscar el nombre).
Ahora, simplemente, tenía un pistolero que se iba a enamorar de ella.
Corina y el Pistolero
Guión: Luciano Saracino.
Dibujos: Infame & Co.
Eso fue lo primero que escribí una tarde de febrero de 2008. Después seguí. Y no paré.
Dos semanas después tuve terminada una historia que me encantaba y que no les voy a contar acá porque el libro muy pronto estará en la calle.
Lo envié a Jorge Iván (aquel editor que escribió aquel mail que daría vida a todo esto) y comencé a esperar.
La historia de la historia, estaba apenas empezando.
Y yo que pensaba que los guionistas solo escribían guiones...
2 comentarios:
Que buena idea lo de vincular los dos post al proyecto común. Os seguiré atentamente.
Abrazos desde Bilbao
La verdad es que nos estamos divirtiendo como chicos haciendo esto.
Me alegro que también te guste, Dani!
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