sábado, 6 de octubre de 2007

Guitarreando

Asombradísimo, fui convocado por la genial Adela Basch para formar parte de una antología de relatos a publicarse por la editorial Abran Cancha.
¿El tema? La guitarra. Así me lo dijo Adela "cualquier historia que tenga como personaje/motivo/escenario a la guitarra".
Puse en marcha mi imaginación (que a veces todavía marcha), y el resultado estuvo bastante bien (bah, a mí me gustó).
¿Quieren que les muestre cómo empieza mi composición, tema: la guitarra? Ahí va:
Se me cayó una canción por el agujero de la guitarra, y no la puedo sacar.
Estaba en la punta de mis dedos, y era una lindísima canción. Tenía una melodía dulce, saltarina y alegre, como si las notas estuvieran jugando a la soga, o como si todas ellas se encontraran muy apuradas por llegar al lugar donde las canciones van cuando se sienten apuradas.
Era una canción de esas que son como nubes, de tan alto que nos llevan al escucharlas.
Pero se me cayó en el agujero de la guitarra. Pobrecita.
No sé si fue por su apuro, o porque yo la manipulé torpemente, pero dejen que les cuente la historia de todo lo que hice para sacarla de allí. No fue fácil, se los anticipo: ¿alguna vez se asomaron por el agujero de una guitarra? ¿No parece como si todos los misterios del universo pudieran esconderse allí?
Imagínense, entonces, la tarea de encontrar a una canción…
Y después, claro sigue. Por supuesto que no les voy a mostrar acá todo lo que hice para sacar mi canción de la guitarra... ahí está la gracia.

2 comentarios:

aitana carrasco dijo...

qué buena pinta tiene ese cuento... yo me he asomado durante toda mi infancia a los agujeros de las guitarras, ya que mi familia está llena de ellas... y, sí, cualquier cosa puede esconderse en el agujero de una guitarra... y hay un eco misterioso si hablas en el agujero de una guitarra... con ese olor a madera cortada, a bosque encantado, a primer amor, a ataúd...

Luciano Saracino dijo...

¡Es verdad! ¿Y existe algo mas maravilloso en el mundo que sea -todo junto- madera cortada, bosque encantado, primer amor y ataúd?
Gracias por pasarte, Aitana.