
Como si fuese un susurro, algo les había comentado aquí.
Pero ahora es oficial: el editor de Dolmen (España) publicó en su blog la inminente salida de la segunda parte de las Historias del Olvido (que éste servidor escribe junto a Javier de Isusi y son ilustradas por lo mejor de cada casa).
En este tomo II no solamente dibuja Ken Niimura (que fue el primero que revelé). Tenemos tres dibujantes más.
Una es española y los otros dos argentinos.
¿Quieren saber el nombre del que ilustra la maravilla que está aquí arriba?
El mismo. Ya lo conocen (y si no pasen por su página, que van a ver).
No saben el orgullo que fue para mí lograr que semejante MONSTRUO de la ilustración participara de este proyecto. No me va a alcanzar la vida y los abrazos para agradecerle. ¿No les parece, viendo esa página, que está haciendo algo magnífico?
Cuando pueda les iré mostrando páginas nuevas (y no me olvido que quedan dos ilustradores que develar) de este libro del que me siento orgulloso de participar.
Sobre el argumento me parece que casi nada puedo decir. Escuché por ahí que uno de los custodios de los olvidos se enamora de quien no debe y unas puertas que nunca deberían abrirse se abren y que...
O... no sé. No me acuerdo. Me olvidé.
Juro que estuve dos años escribiendo esta historia pero ahora mismo no me acuerdo ni una palabra de su trama.
Cosas del Olvido.
Esta semana terminamos (¡por fin!) de escribir el Libro III. Y no saben lo feliz que me pongo cuando pasan estas cosas.
PD: Lo que sí me acuerdo es que la frase "soy todos tus olvidos y de todos tus olvidos aparece mi alimento" pertenece a la canción "Buen día, dia", del genio de Miguel Abuelo. Le calza como recuerdo al Dimenticatoio.



Alguna vez escuché (como todo el mundo) esa frase que dice que el arquitecto es suficentemente hombre como para no ser diseñador pero demasiado poco como para ser ingeniero. Sabemos que esa frase (aunque no se pronuncie) existe también entre los dibujantes y escritores que se mueven alrededor del mundo "para chicos". Una vez en una exposición en una galería de importancia habían colgado obras de unos ilustradores geniales. Los comentarios, aquella vez, eran del tipo "qué bueno que las galerías les den lugar a los ilustradores cada tanto, también". Y uno no lo podía creer: ¿es que estos tipos pueden ser discriminados por alguien? ¿A alguno se le ocurriría ponerlos en duda? ¿No están a la vista sus méritos artísticos? Después, uno de ellos me sacó la duda: "no somos pintores", me dijo. Y punto final al asunto.
Creo que la historieta nacional está en un punto de franco crecimiento en el que estos debates son ricos y necesarios.