miércoles, 12 de marzo de 2008

Chau!


Cuando se muere un humorista, creo, se muere una parte enorme del mundo.
Hacer reír no es poca cosa. Por eso los hijos de puta no hacen reír; matan o se ponen empresas para reventar el medio ambiente. Pero no hacen reír.
Hacer reír queda reservado para algunos que, cuando se mueren, repito, dejan un hueco.
El mejor de todos era Fontanarrosa. Cuando se fue, no estaba este blog para que le pudiera escribir unas palabras. Hoy, sí, me gustaría escribir sobre Jorge Guinzburg, que es otro genio en eso de hacer reír.
Conductor de televisión, guionista de historietas, productor (y escritor, y director) de teatro de revistas, ensayista, actor. Casi siempre, lo que hacía este petiso me causaba gracia.
Mi viejo atesora todavía la colección de Satiricón, en la que compartía staff con lo mejor del humor gráfico de la historia de Argentina (Oski, Fontanarrosa, Trillo, Dolina, Abrevaya, Crist...). No era fácil hacer reír en esos años setenta en este país, pero el petiso lo hacía. Y eso es lo que más me gustaba de él: podía estar mostrando culos y tetas por televisión y haciendo chistes con connotación sexual, pero siempre tenía un toque crítico (que aunque él lo negaba rozaba el discurso de izquierda) que lo hacía más grande. No hay, en toda su carrera, un sólo comentario que lo vuelva reaccionario (y eso, en este país y en el medio que se movía, es muchísimo decir). Siempre me guiñaba el ojo desde adentro de la tele. Me hacía pensar que pensaba igual que yo.
Una vez -recién iniciada la democracia- un periodista le preguntó en una radio: “¿Qué es el humor?”. Jorge Guinzburg respondió: “Humor es nunca tener que pedir perdón”. Pasaron más de veinticinco años de esa frase. Y todavía la recuerdo.
Hoy se fue. Era uno de los hombres más rápidos del periodismo argentino (hacía que uno se riera hasta de las respuestas de las modelos). Y, por supuesto, el mundo va a perder un pedazo. Gigante. Aunque el tipo era petiso.

4 comentarios:

luc dijo...

Definitivamente, el mundo perdió un pedazo cuando se murió el petiso.
A mi también me daba esa sensación de estar pensando lo mismo, de coincidir en ideas, y por suerte, siempre siempre me hacía reír.

Luciano Saracino dijo...

¡Hola Luc!
¿Y no es verdad que cuando la gente que siempre nos hace reír cierra la puerta se queda como un silencio de este lado?
Es el silencio que habita después de las carcajadas y los orgasmos. Está lleno de vacío.

Marina Haller dijo...

Hola Lucho! te invito a ver mi página web que ya se encuentra online!
Besos a Laura

www.marinahaller.com.ar

Luciano Saracino dijo...

Marina!!! Cómo andás?
Acabo de pasar por tu página y me parece espectacular. Realmente sos una grosa. ¡Y la música está buenísima!
Ya nos mantendremos en contacto, y entre tus besos para Laura van a ir también unos míos.