La vida se fue pasando y se me olvidó por completo compartir con ustedes algunas fotos de mi viaje por Venezuela. Existió una ciudad llamada San Fernando del Valle de Apure que se portó extrañamente bien conmigo (y eso que no hice nada para merecerlo). Allí, no sólo tuve la suerte de hablar de lo que más me gusta en la vida (las historias y su magia), sino que me llené de amigos, de momentos inolvidables, de canciones y de papelones (que es, contrariamente a lo que se están pensando, una bebida absolutamente exquisita de aquella zona). A la noche los murciélagos volaban para comerse los bichitos de las farolas. Y ni siquiera eso lograba que abandonara esa plaza donde nos juntábamos a recitar poesías, cantar y beber de las botellas que destilan amistades de caminos.
Después, cómo no, cosas bizarrísimas como que me hagan reportajes para la tele y que me llamen corriendo desde un mercado aborígen porque me estaban pasando en el televisorcito de una de las tiendas.
Siempre es lindo recordar las cosas lindas. Espero sinceramente que el camino me lleve nuevamente a tan maravilloso lugar. Y que esa segunda vez sea con Laura, para poder compartir con ella uno de esos lugares en el mundo en donde todavía queda gente estupenda.
Aquí, los recuerdo con alegría.
2 comentarios:
Echaba de menos tus actualizaciones. Espero que no vuelvas a tenernos dos meses sin ellas, malvado
Jorge: ¡No todos tenemos un blog como el tuyo, lleno de maravillas y actualizaciones varias! La vida de un escritor, generalmente, es todo un bodrio!!!!!
Saludos desde esta parte del mundo. ¡Y vamos el sporting todavía!
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